Aquella tarde, bajo el microscopio, dio con la clave de su estudio. Ya podía ver el Nobel de medicina en su estantería.
En los días siguientes siguió con su hoja de ruta planeada. El primer ensayo fue cercenar su mano artrítica. El resultado fue que al día siguiente le había crecido una nueva, a estrenar.
A la mano le siguió la rodilla lesionada esquiando, el pie del accidente de moto… Hasta que en la última edición de la revista Science leyó que el gusano planario podía regenerar su cabeza.
Murió de inanición. No supo calcular que la regeneración de su cabeza tardaría más de un día.
¡Guau! Perturbador y alucinante a partes iguales…
¡Buen trabajo! Y gracias una vez más por participar en el reto 😉
Un saludo.
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Gracias a ti siempre!
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